Estando cerca de una persona adicta a sustancias como el alcohol o cualquier otra droga, tal vez al juego, al sexo, a la comida, etc., sea esta persona nuestra pareja, tal vez el padre, el hermano, el amigo o cualquier otra persona cercana, podemos comenzar a olvidarnos de nosotros mismos, a dejar de lado todas nuestras necesidades ocupando un segundo lugar en la vida, enfocados completamente en los problemas y en la situación del adicto, mostrando extrema y constante preocupación respecto a las necesidades del otro; sucede entonces que muy alejados de poder ayudarlo nos hacemos co-dependientes de él, siempre alertas de todas sus conductas, convirtiéndonos en su fieles rescatadores, haciendo intentos constantes por controlarlos pero sin éxito, siendo entonces que cada vez más frustración se apodera de nosotros, lo cual genera depresión.
Frecuentemente el co-dependiente tiene dificultad para ponerle límites al adicto, le tolera todo, lo justifica, perdonando una y otra vez, con un desgaste físico y emocional excesivo, aunque sea maltratado u ofendido por éste, persiguiendo sentirse necesitado por el adicto y nunca abandonado por él, siendo común que le resulte imposible alejarse de esa relación que se torna cada vez más caótica, llegando a pensar que sería el final de su vida alejarse, que sin esa persona no tendría sentido su existencia, aferrado a ella, en una forma obsesiva, pudiendo ser posible que en posteriores relaciones busque, de igual forma, continuar con la codependencia.
Debe llegar el momento de parar, de hacer un alto en la vida para buscar ayuda profesional, que nos haga reconocer nuestra codependencia y terminar con ella, parando el sufrimiento en base a querernos como debemos, descubriendo esa mezcla de obsesión y adicción que sentimos por el enfermo adicto.
Nunca es tarde para ser orientados, para ser ayudados a manejar en forma adecuada y racional esa relación tan destructiva que va en decremento de nuestra calidad de vida.
Siempre hay algo por hacer si te quieres a ti mismo!